CÓD.S01-04 ONLINE

El problema de la piedad religiosa en el testamento de Aristóteles

Introducción

Entre las manifestaciones de piedad religiosa (sebéia) que pudo mostrar Aristóteles están las estatuas que mandó esculpir para Júpiter conservador y Minerva conservatriz. Consta la existencia de estas estatuas zoomorfas en su supuesto testamento, transmitido por Diógenes Laercio en su ”Vidas de filósofos ilustres”. Frente a estas reliquias la crítica antigua y contemporánea se ha dividido en posiciones contradictorias, tanto a favor como en contra de la autenticidad del documento, así como sobre la interpretación que puede otorgarse a este fenómeno de culto religioso en Aristóteles.

Objetivos

Demostraremos que no cabe interpretar la piedad manifestada en su testamento, sea auténtico o no, como un vestigio de la religión secundaria tal como hará el neo-platonismo o el neo-pitagorismo posteriores (Jenócrates, Plutarco) o como una instrumentalización política de la religión secundaria por parte de un Aristóteles impío (Estrabón, Mor Segev). El fenómeno registrado en el testamento resulta una práctica piadosa congruente con la religión terciaria propuesta por Aristóteles en su teoría del ”primer motor inmóvil”.

Discusión

Una lectura atenta del corpus impide rechazar que Aristóteles adoptara una actitud positiva hacia la piedad y la oración, que podría situarse en los dominios de una ”religión cósmica” (Richard Bodéüs, Barbara Botter), u otra modalidad de la religión terciaria. Tanto las obras exotéricas como las obras acroamáticas permiten sostener esta piedad (sebéia) como parte de la teoría aristotélica de la religión. Su discípulo Teofrasto, en su tratado ”Sobre la piedad”, subraya la importancia del culto, de las ofrendas y sacrificios piadosos, en torno a estas esculturas votivas (De pietate, fr. 7 Pötscher, vv. 52ss.; fr. 8, vv. 15-22; fr. 9, vv. 5-9). De manera que Teofrasto secunda la importancia central que Aristóteles otorga a las estatuas de númenes en su testamento. Esto otorga credibilidad a la tradición que atribuye el testamento al propio Aristóteles, al menos en sus líneas generales. Nos serviremos del peán dedicado a Hermias de Atarneo para corroborar la tesis de que estas manifestaciones de culto y piedad son una ”inversión teológica” de las prácticas de la religión primitiva griega, transformadas en prácticas piadosas de la religión terciaria, o filosófica, tal como la formula Aristóteles en De Caelo (I, 9 y II 3.6.9.12), Física (VII 1-2, VIII 1-10) y Metafísica (XII).

Conclusiones

La piedad religiosa propuesta por Aristóteles anula por completo los contenidos de la religión secundaria primitiva, de manera que sus antiguos continentes se emplean en una piedad de religión terciaria completamente diferente, acorde con lo establecido en Política VII, 8-10 y Ética Eudemia VII y VIII.

Palabras clave

ARISTÓTELES FILOSOFÍA ANTIGUA RELIGIÓN SEBÉIA

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Preguntas y comentarios al autor/es

Hay 2 comentarios en esta ponencia

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      José Antonio García Lorente

      Comentó el 07/04/2022 a las 09:29:49

      Estimado Desiderio:
      Gracias por el interesantísimo tema tratado. Me permito hacerle una pregunta, que seguramente requeriría mucho tiempo y muchas líneas de texto para explicitarla, pero se la propongo a modo de profundización. ¿Qué relación habría entre la piedad de Aristóteles y la piedad típica de las religiones monoteístas, más específicamente, el cristianismo?P
      Enhorabuena por su exposición.
      Un saludo,
      José Antonio.

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        Desiderio Parrilla Martínez

        Comentó el 07/04/2022 a las 10:22:33

        Estimado profesor,
        la verdad es que nunca me había plateado las similitudes entre el culto propuesto por Aristóteles y el culto cristiano, pues he estudiado la diferencia entre el culto propuesto por Aristóteles con respecto al culto religioso griego que le precede.
        A bote pronto, encuentro una similitud inicial muy clara: Aristóteles favorece los sacrificios incruentos, contra la tónica de la religión arcaica, en completa sintonía con el culto cristiano que es necesariamente incruento. El cristianismo revelaría la razón adecuada de realizar esos sacrificios incruentos.
        Las ofrendas a las estatuas votivas consistía en oblaciones de leche, miel, flores y toda clase de regalos y exvotos, pero todos necesariamente incruentos. Y el testamento de Aristóteles recoge esas estatuas de 4 codos, etc., insertas en este ceremonial que Teofrasto describe como "eusebeia". También quiero llamar la atención sobre el hecho de antropología cultural de que siempre las estatuas tienen un origen religioso muy peculiar (no me refiero a los idolillos o fetiches portátiles, sino a las esculturas de grandes dimensiones). Es una tesis bastante asentada que esas esculturas numinosas -como mínimo iguales a la escala humana, y normalmente superiores a ella y situadas en el centro del poblado, o la gens-, suponen una transición simbólica desde los sacrificios animales reales y cruentos a su representación incruenta en piedra o madera. Es la tesis del totemismo como religión primitiva más arcaica: el tótem no sería sino la representación de las cabezas de víctimas sacrificiales empaladas en vertical una sobre otra. Pero por la inflacción del mecanismo sacrificial primitivo (y por razones sanitarias evidentes) la gens abandona esa práctica salvaje del empalamiento de cabezas sangrantes (y que se pudren y causan miasmas y epidemias) y lo sustituye por la práctica ya bárbara de ritos sacrificiales muy controlados cuya sangre se ofrece a la representación totémica en madera o piedra de esas víctimas divinizadas. Es un paso más desde los sacrificios humanos a los sacrificios animales. Los etnólogos siempre han subrayado que cada golpe de cincel en la madera o piedra para esculpir el tótem es considerado por los primitivos tan sagrado como el golpe de cuchillo que se asesta a la víctima en el rito sacrificial. Pero este corte sacrificial ("decidere" en latín) es ya incruento.
        La religión de Aristóteles basada en la causa primera es ajena a la corrupción y la sangre, y supone una renuncia a cualquier culto cruento, por falso y bárbaro, incompatible con la vida civil ideal y la vida religiosa en la ciudad. Ese es el sentido del peán dedicado por Aristóteles a Hermias quien murió crucificado. Siempre recuerdo a este respecto las últimas palabras de Sócrates en el Fedón antes de expirar, llenas de socarronería y mala leche: Critón, debemos un gallo a Esculapio, no te olvides de pagar esta deuda. ¡A Esculapio, el dios de la salud!, para que el sacrificio cruento le conserve la salud en ese trance.
        Esto es lo que se me ocurre de entrada.
        Gracias por su pregunta.

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