CÓD.S04-14 ONLINE

La noción de autoridad en el lenguaje de odio

1. Introducción

Uno de los ejes principales en la investigación sobre el lenguaje de odio consiste en dilucidar qué es lo que hace que determinados usos del lenguaje logren la subordinación. Para ello, el concepto de autoridad juega un papel central. Por lo general, la línea de investigación predominante se interesa en examinar de dónde se extrae la autoridad en los casos más comunes de lenguaje de odio, aquello que suceden en los espacios públicos por individuos que, aparentemente, no tienen una autoridad social que otorgue fuerza a su habla. Por el contrario, existen pocos estudios que indaguen la conexión entre el individuo o grupo que recibe el insulto y la autoridad. Mi propuesta recorre esta segunda línea. En concreto, trataré de articular una respuesta a la siguiente pregunta: ¿cómo es posible responder con autoridad cuando el que recibe el acto de habla de odio parece no detentarla?

2. Objetivos

El propósito en este trabajo es redefinir la noción de autoridad desde la perspectiva del individuo o grupo que recibe el acto de habla de odio. El objetivo es mostrar, a la luz de marco teórico que plantea Judith Butler, cómo es posible hablar con autoridad incluso cuando no se está autorizado a hablar.

3. Metodología

La estrategia del trabajo tendrá el siguiente orden: 1) presentar una definición de autoridad en relación con el lenguaje de odio, 2) examinarla a partir de ciertos casos, y 3) reconsiderar la definición y abrirla a nuevos horizontes que antes no se contemplaban.

4. Discusión

El debate sobre la relación entre el lenguaje de odio, autoridad y subordinación ha centrado sus análisis en la escena concreta del habla. Desde este marco argumentativo, la delimitación de la situación de habla es suficiente para entender cómo se interrelacionan los tres elementos. Sin embargo, pensar de este modo la situación de habla reduce la posibilidad de pensar otros tipos de autoridad. Por esa razón, hay que examinar cómo cambia la noción de autoridad en el lenguaje de odio cuando se amplia el contexto de la enunciación.

5. Resultados

A partir de lo dicho, la investigación hace ver que es posible hablar con una autoridad que no existe previamente al habla desde la perspectiva del oyente. La autoridad se obtiene por una doble vía: 1) en el momento mismo en que se habla, sin apelar a una autoridad social o externa, y 2) por la recepción que hacen los otros de lo que decimos. Esto permite abrir una puerta para poner en cuestión la tesis según la cual el lenguaje de odio siempre logra la subordinación.

6. Conclusiones

La reconsideración de la noción de autoridad como un aspecto que no está en juego solamente en la situación de habla de odio concreta ha permitido ver cómo la autoridad es una cuestión temporal y, por tanto, vulnerable. Responder al lenguaje violento desde una posición de vulnerabilidad implica el riesgo de que tu voz no sea escuchada, pero también abre la posibilidad de que se logre retroactivamente una autoridad y unos efectos no esperados de antemano.

Palabras clave

AUTORIDAD LENGUAJE DE ODIO RESIGNIFICACIÓN TIEMPO

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Hay 11 comentarios en esta ponencia

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      Alejandro Recio Sastre

      Comentó el 08/04/2022 a las 20:41:59

      Saludos estimado Javier Castellote Lillo:

      Gracias por tu claridad en la ponencia y, antes de entrar con los comentarios, quisiera felicitarte por el trabajo reflexivo y documental que hay detrás de cada una de las cuestiones que apuntas.
      No he estado en contacto con muchas de las obras de los autores que has mencionado, pero a nivel de filosofía moral y política entiendo que las asimetrías de autoridad entre el receptor del discurso de odio y su emisor no están del todo asignadas puesto que, efectivamente, quien padece discursos de odio no pierde la posibilidad de resistir, aunque sea autorizándose a lo largo del tiempo. Esto nos llevaría a la historia: dentro del proceso histórico el padecimiento de los discursos de odio pueden convertir lo que a priori se configura como una identidad vulnerable en una identidad con autoridad para reivindicar una retribución como forma de hacer justicia. Y actualmente vemos cómo minorías, grupos sociales e individuos cuyos antepasados sufrieron discursos de odio y muchos otros colectivos, con secuelas morales y psicológicas graves, reivindican un reconocimiento político que restaure el daño moral sufrido y que equipare socialmente la regresión que esos discursos perpetuó.
      En el terreno de la política estas reivindicaciones legítimas y en algunas ocasiones legitimadas se ven obligadas a entrar en una confrontación de discursos de odio que se emiten desde una polarización establecida. Asimismo, los discursos de odio también se padecen desde ambas partes de estos polos en la medida en que tienen ida y vuelta. Me gustaría saber qué opinas sobre la circunstancia de que los receptores de discursos de odio se conviertan en agentes de un relato que, una vez ganada cierta autorización en el ámbito institucional-político y social, también termina trazando una línea discursiva de odio en la medida en que se introduce en una confrontación donde se lucha por ganar una mayor autoridad y no perder por desautorización.
      Por otra parte, y más brevemente, te recomiendo que eches un vistazo al tema de la ira en la configuración de marcos discursivos de odio, sobre todo porque desde las composiciones de afecto de ira es desde donde se originan las polarizaciones que llevan a luchar por odiar y doblegar, tomar la palabra para quitársela a quienes se localizan como los odiados. Conviene no pasar por alto que la formación de los "odios" en su configuración política e histórico-social actúa como una tierra en barbecho que florece solo cuando en una sociedad abunda la ira por encima de otras composiciones posibles de los afectos.

      Esto era lo que te quería comentar luego de leer tu resumen y ver tu vídeo. Es un placer para mi mantenerme en comunicación contigo y agradezco mucho que existan investigaciones como las tuyas.

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        Javier Castellote Lillo

        Comentó el 13/04/2022 a las 08:45:25

        En primer lugar, Alejandro, te agradezco el interés por las ideas que están contenidas dentro de mi ponencia, y sobre todo te agradezco que compartas conmigo las ideas y los problemas que te ha suscitado escucharla.

        Me parece muy interesante esta forma de desplazamiento que planteas, y que no contemplo en mi trabajo, pero que gracias a tus palabras pensaré y evaluaré el modo en cómo puede ser conceptualizado dentro de la cuestión del lenguaje de odio y su relación con la autoridad. Una de las cosas que me propuse en mi trabajo, aunque no lo digo explícitamente, pero lo menciono, es problematizar una de las consecuencias o efectos que pueden leerse en la mayoría de artículos y estudios filosóficos sobre el lenguaje de odio, a saber: que siempre logra la subordinación, que sus efectos perlocucionarios son, siempre, el silencio, la interiorización por parte del grupo insultado de los mensajes de odio. Estas consecuencias se derivan de pensar el lenguaje de odio como un acto de habla de tipo ilocucionario. Ahí, para mí, nace el problema sobre el estudio del lenguaje de odio, que podría también trasladarse al problema del método en filosofía. La mayoría de teóricos y teóricas recogen el marco conceptual de Austin, sus distinciones y sus ideas, y lo aplican a un fenómeno concreto, en este caso, el discurso de odio. Sin embargo, en ese gesto de aplicación, en el que "coges" un marco teórico y lo "pones" bajo un fenómeno, tiene sus problemas, porque tal vez el marco que proyectas teóricamente no te deja ver algunos elementos que los términos del propio marco no recogen o rechazan o invisibilizan.

        Yo creo que la distinción entre actos ilocucionarios y perlocucionarios no es adecuada para entender el discurso de odio en su globalidad, y de hecho, el marco austiniano, entendido como una teoría concreta del lenguaje, no logra captar del todo los fenómenos actuales. Lo que pasa es que se suele aplicar porque, en cierto sentido, la solución es sencilla: el acto odio subordina, por lo que se necesita la regulación por parte del Estado de este tipo de lenguajes. Mi posición con respecto a esta solución no es la del rechazo, sino más bien la de que hay aspectos que no están siendo evaluados y pensados, como por ejemplo, la resistencia o la subversión a dicho habla.

        Dirigiéndome a tu cuestión, es interesante el desplazamiento entre los receptores de discursos de odio que, con el tiempo, a través de una legitimación política de sus respuestas, se conviertan en agentes de odio. Se parte de un lugar desautorizado a hablar, se realiza un esfuerzo para ganar dicha autoridad y poder responder al insulto y a las vejaciones, y una conseguido, se posiciona en el lugar contra el que paradójicamente estaba luchando, en el lugar del agente que utiliza la autoridad y su autorización para hablar para expandir un discurso de odio. Es interesante porque, al final, lo que se muestra aquí es que la autoridad es una noción "vulnerable", no es algo estático, no es algo que se tiene o no se tiene, sino que puede ser resignificada y subvertida, más allá del bien o del mal quiero decir. Recuerdo que Kójeve daba una definición interesante sobre la autoridad, y que todavía da mucho que pensar: una autoridad es realmente autoridad cuando existe la posibilidad de replicar a esa autoridad, de contestar lo que dice (hoy diríamos de resistir los términos que nos impone), pero no esa respuesta nunca se realiza. La posibilidad de la respuesta no se materializa, y el hecho de no materializarse es lo que convierte al otro en autoridad, en un habla con autoridad. Sin embargo, Kójeve no tiene en cuenta que se puede contestar y resistir, y sin embargo, a veces incluso aunque se responda, el otro sigue teniendo autoridad en el habla; de hecho, replicar muchas veces es otorgar reconocimiento a la autoridad.

        Me interesa mucho el movimiento entre autoridad y contestación, y también cómo se habla con autoridad cuando no se está en una posición de autoridad (ya sea porque estás excluido, porque tu voz no cuenta, etc). Por otro lado, recojo tu recomendación sobre el tema de la ira y buscaré referencias bibliográficas para leer y pensar.

        Muchísimas gracias, Alejandro.

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      Paulo Antunes

      Comentó el 06/04/2022 a las 14:29:10

      En primer lugar, te felicito por tu comunicación.

      Estar inhabilitado para hablar pero tener autoridad para hablar... ¿será el caso de una minoría discriminada (posiblemente segregada) que no está autorizada para hablar, pero que tendría autoridad para hablar sobre su situación?
      ¿Cómo relaciona su reflexión con el caso de Israel? Hoy en día no es necesario ponerse del lado de Palestina para ser considerado antisemita, basta defender una política de paz para el territorio que respete los acuerdos de la ONU. Es decir, ¿puede haber una especie de inversión de la autoridad del odio, por ejemplo, si alguna vez fueron una minoría perseguida y ahora usan (en términos generales) su pasado como mártires para "cambiar el juego"?

      (Pido disculpas si no fui claro, mi lengua materna es el portugués).

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        Javier Castellote Lillo

        Comentó el 06/04/2022 a las 23:05:46

        Hola Paulo:

        Gracias por tu pregunta y por el interés en mi ponencia. Realmente, no acabo de entender del todo la pregunta. Tal vez te sirva la respuesta que le di un poco más abajo a Harold Valencia; no como una respuesta a tu pregunta, sino como un modo de acercarse a la noción de autoridad desde el lado del que recibe el discurso de odio.

        Si he entendido bien, tu interés consiste en pensar el desplazamiento que se da en el momento en el que una minoría discriminada recoge los términos a través de los cuales son discriminados para cambiar las reglas del juego y, así, hablar con autoridad. También en otras palabras: la inversión de la autoridad del discurso de odio sería analizar cómo un grupo o minoría maltratada se aprovecha de su condición de víctima para legitimar ciertas acciones. Si lo he entendido bien, me parece muy interesante tu observación. De todos modos, creo que en este caso consistiría en analizar qué significa hablar con autoridad. En el momento en el que la condición de víctima se transforma, y de ser un elemento de debilidad se convierte en un elemento de fuerza y violencia: ¿se habla con autoridad?, ¿o es más bien autoritarismo? Poder hablar gracias a las armas y a la violencia: ¿es estar autorizado a hablar o hablar con autoridad? Una pregunta que me interesa: ¿puede sostenerse la autoridad en la violencia o la fuerza? Sinceramente, creo que es imposible.

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          Paulo Antunes

          Comentó el 07/04/2022 a las 00:22:03

          Gracias por la respuesta, y sí, era esta condición de víctima a agresor la que me gustaría ver más elaborada. Gracias.

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            Javier Castellote Lillo

            Comentó el 07/04/2022 a las 07:44:43

            Es interesante ese desplazamiento que propones. De todos modos, considero que la distinción que establece Hannah Arendt entre autoridad, fuerza y poder es relevante en este caso que comentas. Seguiré investigando y trataré de pensar la idea que comentas. Muchísimas gracias.

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      Harold Valencia López

      Comentó el 05/04/2022 a las 16:56:07

      Me gusto mucho tu ponencia . ¡Gracias y felicitaciones! Muy aclaradora en el tema de la autoridad. No conocía las distinciones que haces sobre tener autoridad y estar autorizado, entre otros conceptos que desarrollas. Mi pregunta es: en la situación que se es inmigrante ilegal y no se habla el idioma de donde se están recibiendo los discursos y tratos de odio, ¿Cómo analizarías la dialéctica de la relación de autoridad o poder en la situación de dos individuos o personas "corrientes" que se cruzan en una calle y el local agrede con un discurso de odio al inmigrante ilegal que ni siquiera habla el idioma?

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        Javier Castellote Lillo

        Comentó el 05/04/2022 a las 22:17:31

        Muchas gracias Harold por tu pregunta, me ayuda mucho a aclarar este tema que todavía sigo trabajando. Existen algunos problemas de la noción de autoridad en el contexto del lenguaje de odio, y uno de ellos es pensar que la autoridad está en juego solamente en la escena de enunciación. Hay momentos en los que el contexto de habla no permite contestar o subvertir las palabras injuriantes, depende en gran medida del modo en que son dichas, de la carga histórica que tienen, incluso del lugar en donde se pronuncian. Subvertir o contestar a determinado lenguaje no solo requiere tiempo, sino también lo que dice José Medina en "Epistemology of Resistance", que las respuestas sean permeables en la sociedad, que llegue a otros contextos en los que se está produciendo ese tipo de lenguajes. Es posible imaginar una respuesta al lenguaje de odio en el mismo contexto de la enunciación, una respuesta que, incluso, puede descolocar al hablante, ¿pero qué efectos tiene esa respuesta si no trasciende el contexto de habla? Hablar con autoridad consiste en que nuestras palabras tienen efectos performativos, y para que nuestras palabras tengan efectos performativos se requiere un haz de manos, un tejido social que esté abierto a escuchar las voces y las palabras que históricamente han sido silenciadas.

        En el ejemplo que señalas, que la persona inmigrante no entienda las palabras no significa que no pueda percibir o registrar la escena como violenta. El lenguaje de odio no solo son palabras concretas, también es una disposición corporal. El que recibe puede percibir que está siendo atacado o agredido. ¿Cómo puede enfrentarse a esta situación, en la que no entiende lo que se le dice, pero que sabe que está siendo violentado? Recuerdo que Foucault hablaba en el primer tomo de "Historia de la sexualidad" que no hay una sola resistencia, no hay una forma arquetípica de contestar y de reterrioralizar una palabra, por lo que dotar de una "guía" para estos casos puede resultar incluso nefasto. Sin embargo, es importante pensar que varios ejemplos de resistencia y subversión ante determinadas palabras (la lucha feminista, la lucha LGTBI, la lucha contra el racismo, etc) ha consistido en apropiarse de esas palabras, de cambiar/transformar el objetivo que tenía esas palabras en sus primeros usos (y que todavía sigue teniendo), utilizarla y repetirla en otros contextos, desviando sus objetivos primeros. De este modo, el que insulta se queda en territorio de nadie. Precisamente, se me ocurre que el inmigrante puede generar una situación cómica al no entender la palabra: al no entenderla, sigue su camino, no hace caso (incluso puede afirmar con la cabeza a algo que no sabe lo que es, como dando la razón). De todos modos, no se trata de una respuesta individual, y muchas veces, dependiendo del contexto, lo único que se puede esperar es que alguien te ayude, o hacer un gesto que no despierte más el odio del que habla.

        Espero haber sido de ayuda.

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          Harold Valencia López

          Comentó el 06/04/2022 a las 02:28:59

          Claro que sí Javier. Muchas gracias por tus respuestas, aportan elementos para continuar dilucidando sobre tan importante problemática.

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      Javier Castellote Lillo

      Comentó el 04/04/2022 a las 12:30:11

      Hola Jorge, muchas gracias por tu pregunta y por el interés en mi ponencia.

      Lo importante sobre la noción de autoridad de aquel que recibe el discurso de odio es que, generalmente, el individuo que es insultado está en una posición más complicada para generar una respuesta con autoridad. La distinción que establece Judith Butler entre "estar autorizado a hablar" y "hablar con autoridad" es muy pertinente a la hora de entender la situación del que recibe el lenguaje de odio: ¿cómo es posible responder y resistir a este tipo de lenguajes cuando se está en un lugar no autorizado para hablar? El que habla de esa manera, apelando al lenguaje de odio, a ciertas palabras cargadas históricamente, y que obtienen su fuerza de la cadena de citación en la que se introducen, parece estar autorizado a hablar de esa manera. Para responder con autoridad desde una posición de vulnerabilidad, parece imprescindible generar cadenas performativas, es decir, resistencia que se van uniendo entre sí, respuestas que van permeabilizando en la sociedad y que se van visibilizando para dar lugar a respuestas que tengan una autoridad que de forma aislada no la tendrían. La autoridad se obtiene a través de los otros, de un discurso que va adquiriendo relevancia porque se va tejiendo en una red de manos, de este modo, ciertas formas de responder que no eran escuchadas empiezan a ser tomadas en serio.

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      Jorge Salinas Mengual

      Comentó el 04/04/2022 a las 10:53:01

      Muchas gracias por su trabajo. ¿En qué medida la crisis de valores y la educación pueden influir en la generación de un criterio de autoridad en quien recibe un discurso de odio, frene a aquél que lo emite?

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